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Homenaje a Victor Grippo
COMMUNITY PROJECT 2018-2020 sembrado por Héctor Z. Siluchi.
"No hay arte si no se desafía la explicación racional, y a menos que el sentido último se nos escape"
[Danto 1981 (2004:54)].
Hace años, durante un encuentro con un viejo mapuche en la región de Maule (sur de Chile), mientras le hablaba de las papas y la importancia que éstas tienen en la cultura de su pueblo, Héctor recordó su salida de Chile en 1984 como exiliado político junto a un grupo de jóvenes anarquistas expulsados por la dictadura militar. Recordó el olor de la tierra de su infancia, las comidas familiares en la vieja casa de su abuela materna, el mantel blanco almidonado, el canturreo de la abuela y sus amigas (al arpa estaba doña Lydia, a la guitarra Doña Dulia y al acordeón mi tío Victor que también era compositor), y comprendió que el reencuentro con los olores y sabores perdidos en el exilio tenía un nombre: desarraigo.
Con La cantiga de la merenjena, Héctor Z. Siluchi reivindicaba la identidad cultural, hablaba del exilio y la memoria, utilizando la berenjena, ingrediente principal de la tradición culinaria sefardí (a la que pertenece el artista) y el ladino de las cantigas cantadas por su abuela, como seña identitaria e imagen simbólica. Ahora es la papa (patata) el alimento que condensa la pérdida de las raíces sociales, culturales y familiares, esas raíces que construyen la identidad y el sentido de lo humano en su relación con el medio.
La papa no conoce fronteras regionales ni culturales, pero sí fue regalo biológico de los Andes: La Solanum tuberosum con más de 5.000 variedades nativas alrededor del mundo con diferencias en cuanto al color, tamaño o sabor, se originó y fue domesticada en la región del lago Titicaca en la frontera entre Perú y Bolivia, y el archipiélago de Chiloé (Chile meridional). Tiene 80 siglos de historia, periodo durante el cual este tubérculo se ha extraído de los surcos profundos de la tierra hasta convertirse hoy en el cuarto cultivo alimenticio más distribuido del mundo (después del maíz, el trigo y el arroz) cultivado en más de 125 países. : produce más alimento por unidad de agua que ningún otro cultivo importante y por ello es fundamental en la seguridad alimentaria de millones de personas en Sudamérica, África y Asia. Su historia nos habla de viajes, adaptación, biodiversidad, cultura y ritos.
La papa nos susurra desde las profundidades de la tierra, desde la intimidad del subsuelo. Es hija de la Pacha mama, la madre tierra y de la Mama Quilla, la Luna, dueña y señora de la fertilidad que fecunda a las mujeres y hace germinar la tierra. Pertenece al mundo de adentro, conocido en lengua mapuche como manqha pacha, esto es «mundo de abajo» o «mundo de los alimentos» y los ritos y leyendas asociados a su siembra y cultivo, nos hacen recordar otro desarraigo: el del ser humano con la madre tierra, nuestra relación espiritual y mágica con el mundo natural al que pertenecemos.
"sólo desaparece lo que no deja huella".
Con este nuevo proyecto Siluchi rinde también homenaje al artista argentino Victor Grippo, compartiendo con él su concepción de la figura del artista como agente de transformación social desde el compromiso ético, alejándose de cuestiones de autoría y entendiendo el proceso creativo como proceso y transformación del hombre en la fundación de comunidad; consciente de que la huella, antídoto contra el olvido, se encuentra en el despertar y transformación de las conciencias.
El proyecto se ha iniciado en el 2018 con la siembra de diferentes variedades de papa por todo el mundo, cultivos realizados por amistades, artistas y labradores invitados por el artista.
En PACA realizaremos la siembra en la primavera del 2020, con una ofrenda a la fertilidad inspirada en el ritual del Jatha Katu ("atrapar semillas") del pueblo aimara. La recolección colectiva será igualmente un día de fiesta comunitaria junto a vecinas, amigas y agricultores de la zona, durante el cual iremos preparando la fase sucesiva: el almidonado de manteles de algodón y lino con almidón de papa, una acción colectiva en donde recuerdos, anécdotas, ritos y tradiciones locales quedarán fijados por medio de la escritura (bordado y técnicas gráficas) en los manteles, espacio cándido y mnemónico del banquete final en un ambiente de confraternidad.
v.l. marzo 2019.
COMMUNITY PROJECT 2018-2020 sown by Héctor Z. Siluchi.
"No hay arte si no se desafía la explicación racional, y a menos que el sentido último se nos escape"
[Danto 1981 (2004:54)].
Years ago, during a meeting with an old mapuche at the Maule Region (south of Chile), while he talked about potatoes and its importance to the culture of his people, Hector reminded his exit from Chile in 1984 as a politic exiled along a group of young anarchists expelled by the coup d'état. He reminded the smell of soil from his childhood, the family gatherings at his maternal grandma's old house, the white starched table cloth, the singing of grandma and her friends (Doña Lydia played the harp, Doña Julia the guitar and my uncle Victor, who was also a compositor, played the accordion), and he understood that the encounter with these smells and flavours, lost in the exile had a name: rootlessness.
In La cantiga de la merenjena, Héctor Z. Siluchi asserted local identity, spoke about the exile and memory, using the eggplant as a main ingredient in the Sephardic culinary tradition (to which the artist belongs) and the ladino from the cantigas singed by his grandmother, as an identity sign and symbolic image. Now is the potato, the food that comprehends the loss of social, cultural and family roots, those roots that build identity and the sense of the human in its interaction with the habitat. The potato doesn't have regional or cultural borders, but it was a biological gift from The Andes: The Solanum tuberosum withmore than 5.000 native varieties throughout the world with differences that goes from colour, size or flavour, it originated and was domesticated in the Titicaca Lake region, at the borders between Peru and Bolivia, and in the Chiloe archipelago (south of Chile). It possess 80 years of history, a period in which this tuberculum has been extracted from the deep grooves of the land until become today in the fourth alimentary crop more distributed worldwide (following corn, wheat and rice) grown in more than 125 countries, it yields more food per water amount that no other important crop and that is why is it so fundamental for the alimentary safety of millions of people in South America, Africa and Asia. Its history talks about travel, adaptation, biodiversity, culture and rituals.
The potato whispers us from the depths of the earth, from the underground's intimacy. It is the daughter of the Pachamama, mother earth; and Mama Quilla, the moon, owner and mistress of fertility that ertilizes women and makes the soil sprout. Belongs to the inside world, known in the mapuche language as Manqha Pacha, it is the "downward world" or the "world of food" and the rituals and legendsassociated with the sowing and the harvest, makes us remember another rootlessness: the rootlessness of the human being with mother earth, our spiritual and magical relationship with natural world to which we belong, "it only disappears what does not leave a trace".
With this new project, Siluchi pays tribute to Argentinian artist Victor Grippo, sharing with him his concept of the artist's image as a social transformation agent from the etic commitment, stepping away from authorship issues and understanding the creative process as a process and transformation of men in the foundations of the community; aware of that the mark, antidote against oblivion, is located in the awakening and transformation of consciences.
The project started in 2018 with the sow of different varieties of potatoes around the world, harvested by friends, artists, and farmers invited by the artist.
In PACA we will harvest in spring 2020, with a fertility offering inspired by the Jatha Katu ("catching seeds") ritual, from the Aymara people. The collective harvest it will equally be a community festive day along neighbours, friends and farmers nearby, in which we will prepare the next phase: the starching of cotton and linen table cloths, a collaborative action where memories, stories, rituals and local traditions will be perpetuated by writing them (embroidery and graphic techniques) on the table cloths, an joyful and mnemonic place from the final feast in a fraternal mood.